domingo, 10 de septiembre de 2017

Un teatro primitivo

Ninguna creencia religiosa es humilde, simplemente porque se basa en engrandecer al ego. Si Dios es infinito y todopoderoso, y yo lo siento y creo en él, así sea para ser su súbdito, sirviente o seguidor, entonces yo soy algo más que lo que atañe a mi realidad. Yo aspiro, desde las sombra de ese ser infinito, a ser lo que no soy: inmortal, omnipotente, todopoderoso, imperturbable y sabio. El camino fácil es entregarse sin dificultad, y sin remordimiento moral alguno, a ese instinto que es la espiritualidad. Por eso la humildad de Francisco es un personaje, un rol, que se acomoda a las proporciones modernas de este teatro social que es la espiritualidad. Cuando un creyente está rabioso y fuera de sí reclamando que nadie hable de los actores y de sus personajes, es cuando tal vez veamos las cosas tales y como son. Por eso me parece que eso deberíamos hacer, así eso nos aliene un poco de esta obra primitiva, que es el consenso por amar a Dios.

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